Los que me conocéis más ya me habréis oído explicar en alguna ocasión lo afortunada que me siento realizando pedidos personalizados, formando parte sin querer de las historias maravillosas que encierran esas piezas que me piden. Regalos que detrás guardan muchos recuerdos, sentimientos, un profundo amor... Y todo ello, como si fuera arena que pasa por mis manos y se escapa entre mis dedos, me impregna, de alguna manera, y me contagia ese amor y esa ilusión. Qué le vamos a hacer, a mis treinta y todos, aún creo en la magia.
Un día, me llegó un pedido en el que Arantxa me pasaba un dibujo de una estrella y un símbolo de infinito, para hacer unas piezas para sus padres. Supe después que estos dibujos formaban parte de cartas que sus padres se escribían cuando eran novios, durante el servicio militar de él. Arantxa me contó: La carta de donde se extrae "nuestra estrella" es una carta enviada por mi padre a mi madre. La alusión a la estrella tiene su origen en "Venus", que obviamente no es una estrella pero brilla como tal... Mi padre le decía a mi madre "que el día que la estrella dejara de brillar, él dejaría de quererla", sabiendo de lo imposible de la situación...
Esas cartas han sido guardadas con muchísimo mimo, aún con sus sobres. Y tantos años después, he tenido el placer de poder realizar algunas piezas con extractos de esas letras, palabras de amor que han perdurado como el brillo de su estrella.
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